domingo, 3 de abril de 2011

¿Qué sucede con Steven Gerrard?

De un tiempo a esta parte, hemos podido comprobar que el jugador del Liverpool lleva demasiado tiempo sin ser el extraordinario futbolista que llegó a ser para convertirse en un jugador normal y, lo peor de todo, durante demasiado tiempo ya. Otros jugadores tienen un bache, incluso que puede extenderse casi a lo largo de una temporada completa si por el medio transcurre un tiempo de inactividad debido a una lesión pero ese bache desaparece con el tiempo y el futbolista tiende a rendir otra vez. No es el caso del de Whiston, que salvo alguna lesión esporádica que le mantenido inactivo durante algunas semanas, no ha tenido una grave lesión que haya podido afectar tan drásticamente a su rendimiento.






Hace años, el bajo rendimiento de Gerrard estaba motivado por la falta de la colocación en la zona adecuada del terreno de juego. El propio futbolista aducía que la banda derecha era una zona donde parte de su juego perdía chispa y prefería la organización en el centro donde su explosiva llegada le permitía aumentar con facilidad las cifras goleadoras. Queda claro que esas cifras han bajado ostensiblemente en estas dos últimas temporadas. De sobrepasar año sí y año también la cifra de veinte goles, ahora difícilmente supera la decena de tantos y siempre jugando en donde todo el mundo( incluido el propio jugador) cree que es su posición adecuada.


También hay que ser consciente de que, sin ser clave en el rendimiento del jugador, la situación por la que atraviesa su club, tanto deportiva como institucionalmente, no ayuda absolutamente en nada a mejorar la situación. La falta de fichajes de garantías y la marcha de otras piezas claves como Alonso o Torres han convertido al Liverpool en un club sin serias aspiraciones a conseguir títulos y ello lastra considerablemente las posibilidades individuales de cualquier jugador. Aun así, los aficionados al fútbol inglés siempre hemos comprobado como son los jugadores "de club", los capitanes, los que se dedican a "tirar del carro" cuando los tiempos se vuelven difíciles. En un club como el de Anfield, los ejemplos no cabrían en este blog; Callaghan, Souness, Hansen, Dalglish y una larga lista de ex-Reds aparecían para levantar el equipo cuando los momentos no eran buenos. Incluso sin dejar la actual situación, Jamie Carragher es un futbolista que, dentro de sus limitaciones, siempre da la cara y lleva al equipo hasta donde sus posibilidades le dejan. Gerrard, sin embargo, parece desalmado y fuera de lugar, como si el club no fuese lo que todos pensamos que es, su club y su vida. Incluso por veces la sensación es de que lo único que espera es que esta temporada y esta pesadilla terminen y el año que viene una diferente etapa empiece, en otro club y con nuevas aspiraciones.








Otra circunstancia a tener en cuenta es la situación personal del jugador. Aparte de las típicas noticias sin fundamento a las que Internet nos tiene acostumbrados, lo cierto es que el jugador ha tenido en el pasado problemas con la mafia de Merseyside, intentos de chantaje al futbolista, cuyo padre ha tenido que acudir a métodos sorprendentes para intentar solucionar el problema y sobre los cuales solo hemos noticia gracias a las declaraciones de clanes de mafiosos de la ciudad ante los tribunales. Puede que incluso estos problemas sigan teniendo lugar y que afecten al jugador pero, sin dejar de ser sorprendente, la solución sería tan fácil como dejar el club y buscar un futuro más tranquilo en otra ciudad o en otro pais.


No es comparable este bajo potencial con el que tiene en la selección nacional. Sus números con Inglaterra nunca han sido llamativos e incluso cuando a nivel individual Gerrard tenía la consideración de "crack" mundial, en la selección, fuese por las causas que fuese, el nivel siempre era insuficiente. El problema es que, salvo fugaces destellos tanto en los "pross" como en el Liverpool, el nivel ahora es prácticamente el mismo. Aquel centrocampista que parecía jugar con una velocidad siempre más alta que el rival, con una fácil llegada y un prodigioso remate desde larga distancia solo nos deja ahora alguna esporádica buena jugada por partido e incluso la cantidad de disparos a puerta por partido ha disminuido hasta unas cifras preocupantes.






Finalmente, quizás la razón es que simplemente el jugador ha encaminado la cuesta abajo en su carrera; cumplidos los treinta y tras doce temporadas en el Liverpool, el futbolista que debuta a los dieciocho en un club tiene más que suficiente cuando sobrepasa la treintena y se ve incapaz de mantener el nivel que requiere pertenecer a la élite de los mejores futbolistas del mundo. Esperemos que no sea el caso y todavía le quede al bueno de Stephen cuerda para rato y pueda ofrecernos esa clase con la que nos ha deleitado en los últimos años.

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