miércoles, 6 de marzo de 2013

1.000


Para intentar entender qué sintió Ryan Giggs anoche en Old Trafford, y porqué hizo tan bien lo que hizo, me puse a pensar qué cosas había hecho yo mil veces. Pero claro, qué imprudencia la mía tratar de compararme con semejante mito, así que, cabizbajo, abandoné el cometido. Al rato, dije, bueno, yo no soy quién para haber hecho una cosa mil veces y gracias a eso ahora hacerla muy bien, así que tracé una lista mental con gente a la que admiraba y que sí podía haberlo hecho. De las primeras fue mi abuela, gracias a sus croquetas. No es que lo crea, es que sé que mi abuela hizo croquetas desde aproximadamente los 30 hasta más o menos los 80, una vez a la semana. O sea, 52 semanas al año, multiplicadas por 50 años, son unas 2.600 tandas de croquetas. Así que claro, cuando yo empecé a probarlas, mi abuela ya había superado con creces la barrera Giggs de las 1000 experiencias. Las croquetas de mi abuela eran pequeños pedacitos divinos, fruto de una cuidadosa elaboración de principio a fin. Desde el momento en que comenzaba a rallar pan, pasando por la manufacturación de la bechamel, y terminando en una fritura con baño de aceite de oliva importado desde Córdoba para tal efecto, apartado en la despensa del resto de aceites mundanos. Por supuesto, la fritura era minuciosa, de forma que los pedacitos divinos quedaban lo suficientemente blandos para que se deshicieran en tu boca, pero sin el fastidio de partirse entre tus dedos. Vamos, lo que es hacer las cosas como dios manda. No tengo la menor duda de que mi abuela tenía un talento especial para cocinar, pero el hecho de conseguir tan celestial manjar era fruto de la constancia y la repetición. Lo que decimos, los detalles.

Y detalles es UEFA Champions League, así que Ferguson (que merece capítulo aparte, leyenda viva), decidió que para un partido de tal enjundia, frente a todo a un Real Madrid, necesitaba a quien más y mejor conocía los detalles. Lo de Giggs fue emocionante, para que se te encoja el corazón y el vello se te erice. Si me dices antes del partido que Ferguson va a utilizar a Ryan Giggs, con casi 40 años, como recurso defensivo frente a Fabio Coentrao y Cristiano Ronaldo, no me lo creo. Es que, de verdad, aunque sea Sir Alex Ferguson, no me lo creo. Pero lo hizo, y Giggs no sólo respondió ante tal cometido, si no que además fue un brutal lanzador de contragolpes. A mí me parece imposible jugar como lo hizo Giggs si no dominas la posición como ningún otro jugador en el mundo. Siempre en el lugar adecuado, cerrando la línea de pase justa, obligando al Madrid a salir por su lado malo, y, encima, obteniendo recepciones que eran productivas gracias a su brutal técnica, que activaba contragolpes. Y esa forma de jugar sólo se consigue habiéndolo hecho mil veces. Claro, que aquí llega el matiz más sorprendente. Mi abuela era una maestra de la croqueta, pero no tenía millones de personas en la puerta tratando de hacer mejores croquetas que ella. No tenía millones de personas en todo el mundo esforzándose, haciendo croquetas, y que esto significase que ella tuviera que dejar de hacerlas. Ahí está lo más alucinante: Giggs aún merece jugar. Su lectura del juego, fruto de sus mil experiencias, es casi incomparable, pero además, el tipo es capaz de usar sus caderas, sus brazos o sus hombros para ganarle carreras a Fabio Coentrao. Aún no existe una evidente desventaja física. Me parece impresionante. Por cierto, ahora que termino, acabo de recordar que hay algo que probablemente haya hecho mil veces: ver partidos de fútbol. Y estoy convencido de que si me sigue apasionando, es gracias a tipos como Ryan Giggs.

sábado, 2 de marzo de 2013

Realizadores

El realizador televisivo de un partido de fútbol es un elemento muy singular, ajeno al análisis, pero con un papel bastante relevante en un tema que a priori no tiene demasiada importancia, llamado matiz. Es decir, hay muchos tipos de realizadores. Igual que delanteros, pero en realizadores. El realizador que nos enseña durante los 10 minutos previos las 57 muchachas -rubias, morenas, pelirrojas, castañas, etc-, con un alto índice de atractivo sexual, es el "realizador ariete". En esta definición de realizador no me extenderé mucho más. Luego está el "realizador editorial". Este tipo de realizador frecuenta principalmente la Premier League. Es aquel que antes del comienzo del duelo tiene sobre su mesa todos y cada uno de los rumores semanales, y los plasma si la situación lo requiere. Gran ejemplo, y al alcance del consumidor, el guión cinematográfico semanal de Stamford Bridge. Minuto 16: Verbena pro Di Matteo. Plano de Benítez. Plano de Abramovich. Plan básico del realizador editorial. Hay más, como el "realizador análitico" (este me gusta mucho), que cuando una jugada termina en gol o en una situación relevante nos muestra su inicio -una pérdida, un mal pase, un movimiento clave-. Este realizador mola bastante. Y luego está un tipo de realizador que no sé cómo llamarlo y que esta noche estaba en el San Paolo. Debe ser que no sé cómo llamarlo igual que no sé explicar porqué adoro el Calcio.


Pero gracias a él hemos ido viendo una pelea sin cuartel. El duelo de la noche. La Juventus recuperaba para la titularidad a uno de sus mejores defensas: Giorgio Chiellini. Chiellini te desespera, te muerde, te incomoda, te la quita, y esta noche hasta te tiraba del pelo y te metía gol. Lo que un rival suele decir una jodienda, una putada, o expresiones similares. Eso es lo que ha hecho con el máximo goleador del Napoli, del campeonato, el mejor jugador de su equipo, uno de los mejores de la Serie A, y uno de los delanteros más cotizados del mundo: Edinson Cavani. Un tío que suele recibir esas "expresiones similares" de boca de los aficionados rivales. Y, sí, el partido ha estado muy bien, pero estos dos han resumido la esencia. La pelea debía estar asegurada, no era para menos, era una "partita-scudetto", así que aquí nadie iba a regalar nada. En la primera parte la Juventus ha jugado con un poso inalcanzable para el equipo napolitano. Dormía el partido, controlaba el ritmo, defendía bien, y generaba ocasiones. Pero vaya, descanso, y 1-1. Lo que es el fútbol. En el segundo tiempo Mazzarri tocó la trompeta, como ha hecho varias veces durante el torneo, y quitó a Britos para meter a Dzemaili. A base de disparos desde fuera del área acribillaron a Buffon, con el cuchillo entre los dientes. Lo dicho, lo que era esta pelea, a muerte. Pero vaya, final del partido, y 1-1. Lo lógico en un mundo ilógico es estar toda la semana recordando que Chiellini y Cavani se dieron de hostias. Quién es más cabrón y todo esto. Pero ahí estaba nuestro realizador italiano, para recordarnos que se daban de hostias porque defendían lo que era suyo, y que cuando el balón lo cogía el árbitro ya no había nada que defender. Ya volverán a pegarse cuando el balón tocase otra vez el césped. Cuando Chiellini le devuelva la camiseta a Cavani, y Cavani le devuelva la camiseta a Chiellini.


Quizá por cosas como esta, amiamo il calcio